Un buen día la luna que alumbra a los amantes se sentó a mi lado, estaba algo despeinada, sonreía y me miraba como suelen hacerlo los niños, entre admiración e incógnita. Yo había estado en varias ocasiones junto a ella y a esas horas de la madrugada se me antojó el mejor de los augurios.
Sin avisar apareció el milagro, dicen que hay que rezar para ello, y esa noche, sé que alguien lo hizo por mí, imagino que fue ese personaje gordo y silencioso que siempre nos observa tras una ventana opaca en el hotel de las horas sin reloj, más allá de la cortina de humo de su cigarrillo-azar siempre encendido…, sí, sabéis sin duda a quien me refiero, ese alguien que te mira desde el horizonte y se bautizó con nombre de destino.
Ella se llamaba Milagro, y para ser ateo de ciertas vivencias se me fue perfilando icono de culto diario, tenía el cabello color madrugada, y ya sabéis lo adicto que soy a ciertas luces artificiales, también ostentaba ese reír que cautiva y contagia, con unos dientes diminutos capaces de devorar las ideas más frescas.
Milagro se presentó sin ropa en el corazón, sin partidas de matrimonio, ni carnet de falsa identidad, en sus manos moraba la brisa que acaricia el deseo, en su voz hablaba el susurro del despertar en un abrazo…; sentía el ahora ignorando si mañana sentirá en la misma dirección, pero, en cualquier caso, quien os escribe carece de la brújula para hallar el mar –tesoro de los besos sinceros.
Así la fui encontrando en mi interior consciente, en el despertar del sol, me acompañaba en mis despistes habituales, evocaba ternura su palabra y me hacían bien sus juegos traviesos, sin darme cuenta, sin preverlo, pero disfrutando plenamente de la luz, fui levantando las persianas del aburrimiento, aniquilando todos los rieles de mi alma, tomé la opción de eliminar cualquier tipo de cerradura en sus puertas y quedó diáfana, por otro lado, mi memoria se acostumbró a llamarla en mi soledad más muda, también afloró mi lado infantil y salté a la comba de los malos pensamientos, mientras ella, en un lado de nuestro jardín particular, jugaba a las canicas con mis deseos más suyos.
Milagro, es especial, es la niña de coletas en mi interior inconsciente, la flor de mis sueños, el perfume de mi habitación a oscuras, la nana suave en mis desvelos, el rincón donde me encuentro no sólo yo, es el motivo para querer, el por qué de mis versos, la sastre de mis desnudos, la escoba que no barre y te transporta hacia su sano embrujo, el lujo de no precisar más que algo de café y una buena conversación, como dijo Ethan Hawke a Winona Ryder en “Reality Bites”.
Haciendo de la prosa algo flexible, como los arco iris en el cielo de la ilusión, mirando a la lluvia que nunca moja, esa que hace crecer la hierba de la esperanza que puebla los sentimientos, quiero deciros, a modo de vela sobre la nata de las tartas de sus años dulces, que, aunque algún día me sople y me apague ella o los desencantos, me gustará haber sido motivo de celebración y haberle regalado estas humildes frases que pretenden describir el Milagro de haberla conocido y tenido en todos sus presentes y ausentes más mágicos y prodigiosos.
Sin avisar apareció el milagro, dicen que hay que rezar para ello, y esa noche, sé que alguien lo hizo por mí, imagino que fue ese personaje gordo y silencioso que siempre nos observa tras una ventana opaca en el hotel de las horas sin reloj, más allá de la cortina de humo de su cigarrillo-azar siempre encendido…, sí, sabéis sin duda a quien me refiero, ese alguien que te mira desde el horizonte y se bautizó con nombre de destino.
Ella se llamaba Milagro, y para ser ateo de ciertas vivencias se me fue perfilando icono de culto diario, tenía el cabello color madrugada, y ya sabéis lo adicto que soy a ciertas luces artificiales, también ostentaba ese reír que cautiva y contagia, con unos dientes diminutos capaces de devorar las ideas más frescas.
Milagro se presentó sin ropa en el corazón, sin partidas de matrimonio, ni carnet de falsa identidad, en sus manos moraba la brisa que acaricia el deseo, en su voz hablaba el susurro del despertar en un abrazo…; sentía el ahora ignorando si mañana sentirá en la misma dirección, pero, en cualquier caso, quien os escribe carece de la brújula para hallar el mar –tesoro de los besos sinceros.
Así la fui encontrando en mi interior consciente, en el despertar del sol, me acompañaba en mis despistes habituales, evocaba ternura su palabra y me hacían bien sus juegos traviesos, sin darme cuenta, sin preverlo, pero disfrutando plenamente de la luz, fui levantando las persianas del aburrimiento, aniquilando todos los rieles de mi alma, tomé la opción de eliminar cualquier tipo de cerradura en sus puertas y quedó diáfana, por otro lado, mi memoria se acostumbró a llamarla en mi soledad más muda, también afloró mi lado infantil y salté a la comba de los malos pensamientos, mientras ella, en un lado de nuestro jardín particular, jugaba a las canicas con mis deseos más suyos.
Milagro, es especial, es la niña de coletas en mi interior inconsciente, la flor de mis sueños, el perfume de mi habitación a oscuras, la nana suave en mis desvelos, el rincón donde me encuentro no sólo yo, es el motivo para querer, el por qué de mis versos, la sastre de mis desnudos, la escoba que no barre y te transporta hacia su sano embrujo, el lujo de no precisar más que algo de café y una buena conversación, como dijo Ethan Hawke a Winona Ryder en “Reality Bites”.
Haciendo de la prosa algo flexible, como los arco iris en el cielo de la ilusión, mirando a la lluvia que nunca moja, esa que hace crecer la hierba de la esperanza que puebla los sentimientos, quiero deciros, a modo de vela sobre la nata de las tartas de sus años dulces, que, aunque algún día me sople y me apague ella o los desencantos, me gustará haber sido motivo de celebración y haberle regalado estas humildes frases que pretenden describir el Milagro de haberla conocido y tenido en todos sus presentes y ausentes más mágicos y prodigiosos.
SIN COMENTARIOS (SI LOS HUBIERA, SERÍAN BUENÍSIMOS)
ResponderEliminarPUEDES SEGUIR? SIMPLEMENTE SOBERBIO Y ALUCINO CON SABER CÓMO ACABA
ResponderEliminara ella le fascinó desde el primer momento, aunque sólo fuera por su esencia real después de tantos cuerpos bellos vacíos. Cerró los ojos y buscó sus labios tras la lluvia, mañana no sería nunca, ahora sólo quería estar justo allí donde estaba y enredarse en aquel laberinto magico de emociones. Como la indomable gata que recorre los tejados se dejó atrapar en aquel preciso instante de sabor intenso
ResponderEliminarNo dejes que mi olor se escape.
ResponderEliminarNo dejes que mi rostro se olvide.
Añoranza de lo vivido entre tus brazos,
tiembla corazón ella se ha ido.
Maravillosa, Milagro debe estar orgullosa... Enhorabuena eres bueno, realmente bueno...
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