sábado, 23 de enero de 2010

YOLANDA


Ella se llamaba yolanda sin mayúscula,
Pero era un punto y final,
Unas comillas en mi apodo (Loco),
Negrita en el futuro al cuadrado:
-Habitación 207, por favor.

Por un momento pensé en flores,
Cenas, cocinas, sábados y cumpleaños.
Después de todo, todo llega... dicen.

No lo corroboraban los pronósticos,
Dado que soy jugador, de los de fuego,
Empedernido vicioso y jodido
Por las frases a la mitad,
Las sesgadas, las de corte enemigo consciente.

Nadie creía el confinamiento de nuestros besos,
Ese que acude presto si la urgencia
La mitiga un corazón que grita,
Estaba cansado de susurros
Y sus labios besaban vociferando vida.

Suspendimos los convenios con nuestros amantes,
No había lugar a la mentira para con ellos,
Fuimos haciéndonos de una monogamia no prevista,
Mientras determinados onanistas maritales
Nos acusaban públicamente como promiscuos libertinos,
Y entre hogueras, brujas, y alguna medianoche
Que siempre debía ser la antepenúltima
Nos acostumbramos a olernos incluso en la distancia,
El instinto se hacía fuerte junto a esa sensación
De abstinencia insoportable,
La echaba de menos más, y cada vez más veces
Durante las veinticuatro horas que comentan
Tienen los días.

Se levantaba el puente que anexionaba
Nuestros destierros vespertinos,
Virus, armas de física y química,
Guerra bacteriológica: operación lascivia,
-Bienvenidos a la habitación 207.
-Por favor, un placer.

Aun así el tiempo sentencia y…
Por momentos se conversaba con las margaritas
Sin pétalos,
Los ramos de San Valentín
Sometidos a saqueo,
Los arcos sin flechas
Abandonados por Cupido,
Nos saludaban las persianas abiertas,
Las agendas, los almanaques sin santoral,
La casa de empeño de las excusas
Empezó a ofrecer intereses bajos,
Carecía de sentido el resistirse,
Mi pasión metamorfoseó en espionaje de esquinas,
Algo ocurría...
Se dispararon las alarmas, y la seguridad
Dejó de tener un sentido,
Y el mirarla a la cara un motivo,
Simplemente la quise,
Y de alguien quería oír: te quise,
Pero ya no era yolanda.

El pasado se presentó con guadaña
En la mochila,
Era septiembre
Y se jactaba de aprobar en las repescas:
La muerte del destino,
Del supuesto destino que hacemos a diario,
Ahora:
-Habitación...te espero, por favor.

Se fue irreverente,
Sin rastros,
Sin notas,
Sin adiós,
Se fue como las despedidas
Deben acudir,
Violenta y
Brutalmente,
Sin preavisos,
Ni consentimientos.
Ya no era yolanda la que ni me dijo: “nos veremos”,
Era tal vez un paréntesis,
Unos puntos suspensivos,
Era el silencio por llegar,
Un hijo y problemas,
Un préstamo sin cancelar,
Una tarjeta de crédito,
Un papel que firmar,
Una familia que reprocha,
Ni Yolanda es, ni yo sé como ser
En los límites en que se me olvida
La navaja de afeitar,
Los aniversarios,
Los severos trajes
Las correcciones de almuerzo,
El se te olvidaba decir lo que quiero oír,
Ya no te acuerdas de porqué,
Ya no abrazas después del sudor,
Quizá me impregnan los miedos,
Cuando veo temores,
Quizá huya,
Y la suerte conmigo,
Quizá viva para esto,
Para los recuerdos,
Y de este corazón quedan rastros
Para no seguir
En Juzgados, en Iglesias,
En baldosas de portales sin anonimato,
En vitrinas de museos de cera,
En acerados con sereno,
En las mentiras del invierno,
En los mitos de Proserpina.

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