sábado, 27 de febrero de 2010

CONOZCO



Conozco el tiempo que se escribe,
Capto el lamento que se piensa,
Percibo el caos de la apariencia,
Barrunto soledades sin calma,
Limpio la sangre del acerado

Tras disparar al destino enfermo,
Vuelvo a mi cámara frigorífica.


Los días son fríos, sin ti.

Increpo a los soles que espían,
Esquivo los bordillos de la ira,
Dinamito las estatuas del desengaño,
Cortejo a las flores despeinadas,
Contrato con demonios que no mienten,
Subo al cielo con drogas,
Y vuelvo a mi coche sin asiento trasero.

Las noches son frías, sin ti.

Hay luces que confunden,
Existen vientos que ni empujan,
Se crean patéticos orgasmos en la red,
Visualizo tu espalda tras mis ojos
En el suicidio diario.
Encontrar la ausencia es fácil
E ingrato,
Volver a la rutina fácil
E ingrato,
Vivir hipotecado es fácil
E ingrato,


Para mí AMARTE,
Aunque ni siquiera conozca
el despertar de tus sueños a mi lado,
ES FÁCIL… y por siempre grato.

LO QUE FUIMOS

Alguna vez soñamos
con ser prófugos bajo la luna
dando esquinazo al destino,
eran instantes de noche larga
de verano en bancos que arden.

Parábamos el tiempo,
nos enamorábamos de la mujer equivocada,
y agosto se hacía espera
de una lluvia con olor a tierra
que mojara nuestra desesperanza.

Alguna vez mirábamos
los ojos fieros del desamor
en la calima oscura del horizonte
y sólo el hielo en las manos
nos devolvía la velocidad en la sangre
y el paso acelerado de la madrugada.

Ese momento fue, a veces,una oportunidad
para abandonar la piel hirsuta del miedo
en las trincheras de la calle
y ser héroes de una ciudad
que dejamos en ruinas
aquella noche de cerveza, sudor
y sueños rotos en la acera.

RAFA

viernes, 26 de febrero de 2010

REGISTRO DE ENTRADA

















No hay malicia en la somera descripción:
agrio, calvo, marica y funcionario,
cualidades del sujeto apoltronado
que me atisba, altivo y displicente,
desde su trono defendido por su hueste
sindical independiente, amo y señor
del sello inapelable, que separa lo real
de aquello que no existe o que nunca
presentaste.

Impotente ante el burócrata, prendida
de un saludo exagerado, le regalo
la mejor de mis sonrisas, resignado
al dictamen aleatorio del marica, agrio, calvo
y funcionario que denuncia un defecto
subsanable, otra demora, no adjunté
fotocopia compulsada de mi alma al expediente
"Modelo 6.7. Subvenciones o Incentivos Para Ser
Mejor Persona".

margobal (dedicado a m.l., que me inspiró estas gestiones)

Advertencia: como en pésimas películas de soporíferas tardes de domingo, recordamos que las situaciones y personajes que pasean por este barrio son ficticios transeúntes de un suburbio imaginario, y cualquier parecido con la realidad es el fruto incestuoso del caprichoso azar y la veleidosa coincidencia.

sábado, 20 de febrero de 2010

ENTRE VELOS










Me esfuerzo
en ocultarte mi tristeza
entre velos de deseo
desvelado en confesiones,

mientras tú
me entrevelas confesiones
ocultándome el deseo
que desvela tu tristeza.

margobal

martes, 16 de febrero de 2010

TARDES DE BAR


Llega la tarde y me inquieto,

necesito un café caliente,

necesito tu secreto guardado

en la botella de ginebra.

Necesito siempre que estés a esa hora

donde el domingo se hace nada

y el humo de los cigarros

esconde un ansia de huida.


Llega la tarde y camino a tu encuentro,

entre rotas palabras y vasos en desorden

nuestras miradas se encuentran

un segundo

un segundo liberado

de relojes y cronómetros;

me reconcilio con la vida

con el corazón hirviendo

por encima del ruido ebrio

de los que balbucean y mienten.


Fuera la incansable lluvia persiste

en su sonata de otoño

y tú creces tras la barra

desnudando la voz sin recelo.

Te haces única sin pretenderlo

en el desierto de los minutos

que corren resignados

hacia la desembocadura

de la soledad y su noche en vela.


La tarde se duerme sobre la barra,

la vida de otro arde en el cenicero,

una vez más nuestras miradas

descubriendo el roto

de los corazones sin aliento,

jugando al amor y la guerra

mientras el café agoniza en los labios

y tu voz siembra el regreso

a las pasiones sin tregua,

a los besos con desconocidas,

a las horas sin mañana.


Me marcho para no olvidarte,

guardando tu sonrisa en mi chaqueta

para el largo viaje de la semana.


RAFA BUENO

HOTEL INFIEL




Al despertar del conocerte me dijiste que no dormías sola.
-Nada es perfecto- te expliqué- duermo poco y casi siempre vestido sobre un sofá.
La conversación nos envolvía como el papel albal cuidaba el desayuno de nuestros recreos de niñez…,
-Almuerzo frente a lo previsible- confesaste,
-Realmente sólo puedo invitarte a cenar algo de desconcierto terapéutico-comenté.
Acudió el tiempo de los brindis sin sol,
De las risas sin crueldad,
De la carencia de reloj sobre las muñecas,
De la curiosidad mutua de los ojos que se anudan,
-Quizá es hora de marcharme- anunciaste.
-Claro, y yo, cual sombra invisible, lo haré contigo.- apuntillé.
Abandonamos la ebriedad de aquel viejo bar por la puerta de incendios, el fuego que nos dedicábamos no era para menos, suponíamos que existía reunión de los pastores de la indiscreción y la censura en Plaza Monogamia, frente a la puerta principal.
-Soy lobo solitario y aúllo cada noche en el rascacielos que cosquillea las estrellas- expuse.
-Esta madrugada soy oveja negra y descarriada del redil de la decencia, si me devoras, sé que resucitaré mañana- sentenciaste.
-Pues yo Caperucita, no seré la abuela que te regañe, ni juez de tus pecados en estas horas en que, con la barra de carmín de tus labios, tachas un nombre en tu partida de matrimonio, sabes…me encantaría ser parte de tus deslices y olvidos destinados al silencio.
Al abrigo de la complicidad de las nubes que ciegan la luna que delata, no dudé en robar el coche asegurado a todo riesgo en la Compañía Amor Clandestino, para ello, le hice el puente que también me unía un poco más a ti, consiguiendo arrancar el motor de tus asombros y acelerando sobre el pavimento que alfombraba nuestra huída de aquel barrio llamado Conciencia Responsable, por tu parte, no quisiste obviar ningún guiño al anonimato, terminando por cambiar, la matrícula de números y letras ininteligibles, por el tatuaje en los bajos de nuestros raudos instintos con la palabra Presente.
Tomamos el rumbo de las calles sin ventanas, rompimos las farolas que nos espiaban, burlamos los controles de velocidad que la policía levanta contra la pasión urgente y nos saltamos los semáforos en rojo del detente y piensa lo que haces.
Bajé las ventanillas,
Me fascina ver tu pelo desordenarse por el viento que te empuja a mí- exclamé.
Estás loco, pero me muero por besarte- murmuraste.
Fue el momento del frenazo y del derrape, ese que me hizo volcar hacia tu boca buscando los besos que arriban sin preguntas, encontrando en la respuesta de tus labios la solución al enigma de los que se atraen al primer contacto, era la simple ecuación de Y + X = Infinito goce sin esperas.
Cuando recuperé el sentido, nos hallábamos en una habitación de Hotel Infiel, situado en Calle Amor a Quemarropa esquina Avenida Sin Compromisos.
En el ambiente de la habitación flotaban, ceñidos a nosotros, los compases de un viejo tango, bailaban los ángeles del suspiro, en derredor a las llamas no infernales que salpicaban la alcoba, se trataba de ciertas velas, esas que impregnaban con aroma cuasi celestial los contornos del monumento a la lascivia: la cama está desnuda sin ti- afirmé,
Me agradaría vestirla contigo, no ansío otra sábana para esta noche que no sea tu piel eléctrica- susurraste,
Tras esa frase, las yemas de nuestros dedos encendieron la luz en la celda llamada Libido, aquélla que alumbra y conduce a los amantes presos de impaciencia, en nuestro exclusivo bis a bis, medimos, con cada palmo de caricia, toda la vasta longitud de nuestros cuerpos, abandonados a la asimetría de los abrazos que no cesan en estrecharse, nos fusionamos como la sombra y la pared, como el espejo y el reflejo, indisolubles, así ascendí sin víveres a las cumbres de tus senos para saciar mi hambre, y descendí al valle de tu vientre para calmar mi sed, donde, cual terrorista del grupo armado Desenfreno Lujurioso, enterré mi arma húmeda, a la vez que lamía los contornos del zulo en donde siempre se resguarda la vida, ineludiblemente acudió, anunciado por pequeños seísmos convulsos, el Tsunami de tu orgasmo, cuyo violento flujo de olas espumosas inundó mis labios otrora desiertos de vicio.
-Para, para, para, gritaste- mientras algo te hacía reír de forma nerviosa, alejaste con tus manos mi cabeza de tu entrepierna, a la par que tus dedos se enlazaban en mi cabello, no sin antes regalarle un beso, de momentánea despedida, a la sana cicatriz de tu sexo.
Tras esas palabras, continuaste hablándole a mi cuello de tu lengua, recorriendo despaciosamente mi pecho y mi abdomen, serpenteando hasta llegar a la copa del árbol de mis placeres, mientras tu mano cimbreaba su tronco, buscando la manzana que gusta ser mordida por el paraíso de tu boca pecaminosa, se me antojó verte como aquella colegiala que recién estrena el sacapuntas de lo prohibido, a la cual le presté el lápiz para escribir su primera carta más obscena.
Tras levantar tu melena dijiste:
-Es extraño, es como si vivieses en mi memoria desde siempre.
-Creo que en otras vidas, fui el pirata al que todas las sirenas le robaban los besos, que nunca encontré isla donde descansar, ni tesoro más preciado que otro puerto en donde amar, que hubo un día que te conocí en Rutina, un pequeño y tranquilo pueblecito del país del Tedio, allá donde todos, hasta los que se consideran más libres, amarran alguna vez su embarcación, que me enamoré de ti, la esposa del posadero de Pensión Desengaño Callado, que te encandilaste sólo de mis versos y una noche quisiste ser musa, pero tras esa madrugada de eclipse, zarpé, te dejé el amuleto de la caracola que encierra la música de playas idílicas y arena de poemas por llegar, lo hice para aquellos momentos, en que, por el frío mutismo de tu amante, llorases sola.
Que yo me fui contigo, sólo lo supe yo, cada luna, con la ilusa esperanza que me leyeras, lanzaba al mar un mensaje confinado en la botella del ron de mi recuerdo, pero sabía que los dioses del océano, hambrientos siempre de naufragios, harían extraviar mis escritos a no sé que rincones ciegos y desconocidos.
-No me hables con tristeza ni nostalgia, bucanero, en lo más alto del mástil inhiesto de tu virilidad, colgaré la bandera rajada de mis húmeros instintos, y nos adentraremos en las aguas del Carpe Diem, acudirá la tormenta del sudor que cae sin sufrimiento, los truenos del gemido-grito que anuncia nuestro clímax, y llegará, prendido a la luz del relámpago, el goce fundido más excelso, antes que el rayo del descanso, nos parta en dos en este lecho sin futuro.
No me acuerdo de las veces que nos tuvimos aquella madrugada, y sé que al final te enervó el sueño, yo no pude dormir, rememoraban mis pensamientos las canciones invisibles que nos habíamos dedicado, y es que aunque no lo hubiera parecido en el trajín previo, todo fue rítmico, se hallaba irremediablemente ligado a lo eterno, porque querida amante, lo eterno no obedece al dictamen de las horas, lo imperecedero de nosotros, ese compartir perenne que nos ofrecimos, superaba almanaques y agendas… Siempre quedará en el alma, atemporal, era tu silueta quieta, pero llenando la estancia, tu desnudez pura abrazando el aire que danzaba, el rubor de las cortinas, tus manos arañando las paredes de mis recelos, clavando en su cal el surco que se pronuncia con un te necesito y las sábanas envolviendo tu descanso.
-Querido amante, tengo que marchar al barrio de la prosa, me esperan los relojes y los dedos con alianza.-anunciaste.
En el baño te vi maquillarte, observando con ternura el como perfumabas y engalanabas tu belleza innata, para otros sería una despedida, pero no existe tal significado cuando se siente tan hondo.
-Te espero en Barriopoética, te llamaré en cuanto pueda, ya sabes…- comentaste.
-Aguarda donde quieras y muchas gracias por todo, princesa.
La puerta se cerró. Se abrieron los ojos del sol y de la prisa congelándose la habitación súbitamente.
Arrojé el teléfono móvil por la ventana de mi destierro matinal.
Ahora sé que hay principios que siempre debieron ser finales, no me preguntéis por qué, pero cuando siquiera una vez has sufrido el reverso del placer de estas noches prestadas, si acaso te has imaginado lo que duele el saber que sus ascuas están encendiendo otra hoguera, no me pedirás explicaciones de por qué reniego de su estufa para mis inviernos.
Salí de aquel hotel y me sumergí en la marabunta de la ciudad despabilada. Eran las diez de la mañana. Le pedí un cigarro a un sin techo.
-Hace tres años que no fumo, amigo- exclamé.
-Bueno, tienes más suerte que yo, llevo tres días sin poder dormir en una cama y de comer, ni hablemos.
-De todas formas en esta noche, Dios proveerá, pero ahora te vas a tomar un cafecito caliente con algo de “papeo”, nos vamos a refugiar en un bar donde las camareras me cobran con una de mis mejores sonrisas.
-Qué suerte tienes, yo ni con eso puedo pagar… me faltan casi todos los dientes- entonces empezamos a reír a carcajadas, molestando la procesión hipócrita que desfilaba hacia dentro de la Iglesia, bajo cuyo pórtico, trabajaba mi reciente amigo.
Nos fuimos caminando despacio, tranquilos y sin ganas de trabajar, aquel desconocido me contó sus historias, pasajes de una vida que sólo un trotamundos puede confesar y que sería un insulto encarcelar en este escrito.




SONGOKU

EN ESTA GUERRA


En esta guerra no hay misiles,
Ni uniformes, ni soldados, ni generales;
En esta guerra sólo estamos tú y yo:
Dos corazones danzando al son del desengaño,
Dos apátridas en el país del amor.
El abanderado hace tiempo que cayó,
Arde su bandera como ardieron nuestros cuerpos al calor del sol de medianoche.
Llegó el invierno a las regiones de la pasión,
Se levantan barricadas en las calles del olvido;
Y no me entiendes, pero no te culpo,
Odias, como todos odian lo perecedero,
La rosa marchita desnuda de rocío,
El mito en su decrépita vejez,
Odias como muchos odian la acritud humilde de la muerte.

Aprende a estimar aquello que nace, crece y muere,
Que tal como viene se va
Aquello que no aspira a ser más de lo que es:
Un algo vivo dispuesto a morir.

Y eso ha sido lo nuestro,
Un algo intrascendente,
Tan nada platónico, tan real, tan humano;
Nos cansamos de esperas,
De abrazos,
De ilusiones,
De mentiras,
De despedidas...
Y se nos secó el pozo de los besos.

En esta guerra no hubo misiles,
Ni uniformes, ni soldados, ni generales,
En esta guerra en las cenizas todavía respira
Eso que dicen se llama Amor.
SONGOKU

sábado, 13 de febrero de 2010

RETROVISORES







Me recuerdas la advertencia del coche
de mi padre, la que aparece menuda
en uno de sus espejos (exterior,
lateral diestro), la que alerta
del peligro de no saber mantener
la distancia que es debida, la que reza
como aviso al conductor "objects
in mirror are closer than appear".


margobal

domingo, 7 de febrero de 2010

OTRA MUJER

El aire se llevó tu nombre
lejos de mis labios cansados
a otros paisajes,otras palabras.
Miradas nuevas sin pasado
grabarán en sus retinas
los dorados valles de tu piel.
Y serás otra mujer
perdida en el hechizo
de las letras gastadas del amor.
Cuando ese día llegue
mi rostro de promesas crepusculares
se hará añicos
en la alcoba de la nostalgia,
y un breve eco
de nuestros cuerpos deseantes
se irá apagando
en la noche fria de tu alma.

RAFAEL BUENO

sábado, 6 de febrero de 2010

DESPUES DE LA TORMENTA









Aquel día tan oscuro, después de la tormenta,
docenas de operarios se afanaban reparando
el cableado. Docenas, sí, docenas. Todos
con sus monos, herramientas y escaleras,
para que tú pudieras llamarme por teléfono.

No llamaste, y terminé arrojando a la basura
mi paraguas. Tan viejo, tan roto después
de la tormenta que docenas de operarios
no podrían repararlo. Docenas, sí, ni siquiera
docenas. Ni todos con sus monos, herramientas

y escaleras.

Margobal